viernes, 21 de septiembre de 2012

Requiem


El cuaderno estaba frente a mí, la luz de la lámpara lo iluminaba, con rapidez lo tomé y leí:
“Me gustaba que los astros me dieran el permiso de dirigir tu destino, mi destino. Me gustaba que el respecto callera sobre nuestros cuerpos.  Todo se acaba cuando la pasión es más fuerte que la razón”
¡La Pasión! grité con rabia.  No puede ser, que descaro, después de hacerlo se atreve a escribirlo.  Le amaba tanto.  El solo recuerdo de su aroma me invadía. El olor de su esperma estaba impregnado en mis manos. Mi rostro. Si le amaba, él le quería. La ilusión no es más que eso, solo tiene fuerza para mover en gran medida los elevados y gruesos rascacielos, y si querer los deja de un momento a otro, disfruta el verlos caer pedazo a pedazo sobre las aceras.  

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